Ambiente

El 15,9% de la Orinoquia tiene suelos aptos para soportar ganado

Es difícil no relacionar a la Orinoquia colombiana con extensas llanuras, imponentes capataces cabalgando en sus caballos, ríos decorados con esbeltas garzas o melodiosas coplas acompañadas por las cuerdas de un arpa.

Sin embargo, la mayor característica de esta zona del país está asociada con la ganadería: tanto su plato típico, la mamona, como su principal actividad artística, el coleo, tienen como protagonista a una vaca.

Este panorama vacuno indicaría que todos los suelos de la región, o por lo menos la mayoría, son aptos para la producción pecuaria, ya sea para el consumo, la producción de leche o la cría; y que otro tipo de actividades, como la agricultura, la explotación forestal o la conservación, no tienen cabida en este territorio.

Pero la realidad se aleja totalmente del imaginativo de todos los habitantes del territorio tricolor.

Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, de las más de 25,3 millones que conforman los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada, 9,4 millones tienen suelos para algún tipo de producción (37,1% de la Orinoquia), pero no solo ganadera.

Del total de hectáreas donde se debe centrar la producción “llanera”, solo el 15,9% corresponde a suelos y tierras que tiene una vocación pecuaria; es decir que 4,02 millones de hectáreas tienen “luz verde” para el ganado, lo que equivaldría a un territorio similar a Casanare, Cauca o Nariño.

Los departamentos con mayor porcentaje de su área departamental conformada por terrenos para la ganadería son Casanare y Arauca, con más del 50% de su extensión.

El segundo uso productivo que se impone en la región de los mágicos amaneceres es el agrícola, con el 11,3% del total de la Orinoquia (2,8 millones de hectáreas); Vichada y Meta son los que más aportan a la cantidad de tierras para cultivar.

Los otros usos que se podrían desarrollar en la Orinoquia son el forestal con el 5,07% (1,2 millones de hectáreas) y el agroforestal con el 4,6% (1,1 millones de hectáreas).

“El 20,9% de la región tiene capacidad para el desarrollo agrícola, forestal o agroforestal, mientras que el 15,9% es ganadero. Esto le pondría fin al mito de que las tierras de la Orinoquia solo soportan el pisoteo del ganado, ya que por la variedad de sus suelos se pueden implementar otros usos menos impactantes para los recursos naturales”, dijo Juan Antonio Nieto Escalante, Director General del IGAC, en el Foro de los suelos de la Orinoquia, realizado hoy en la ciudad de Villavicencio.

Suelos para conservar

Aunque la mayoría de terrenos en esta región son aptos para la algún tipo de producción (37,1%), la Orinoquia también cuenta con tesoros ambientales y ecosistemas estratégicos que deben ser conservados y protegidos.

Los estudios del IGAC revelaron que el 34,4% de la región (8,7 millones de hectáreas) alberga terrenos de suma importancia ambiental, como humedales, ciénagas, pantanos, lagunas, lagos y ríos, a los cuales catalogó como áreas para la conservación y protección.

Meta y Vichada son los departamentos con mayor cantidad de hectáreas para la conservación, con 3,8 y 2,6 millones de hectáreas respectivamente.

El 28% restante de la región está conformado por áreas legales o con restricciones, como parques nacionales naturales, reservas ambientales o resguardos indígenas.

El Director del IGAC recalcó que esta gran amalgama de suelos con la que cuenta la Orinoquia indica la necesidad de replantear el uso que se le está dando a la tierra, y ver mucho más allá de una simple actividad ganadera o de la impactante extracción petrolera.

“Inversionistas nacionales y extranjeros tienen sus ojos puestos en desarrollar grandes proyectos agropecuarios, forestales, ambientales y de explotación de recursos en esta zona, además de impulsar la producción de biocombustibles a partir de grandes plantaciones de cultivos, como la palma de aceite, caña de azúcar y jatropha. Actualmente, en las zonas de la altillanura se desarrollan importantes proyectos de plantaciones forestales y agricultura intensiva”.

Sin embargo, Nieto Escalante fue enfático en asegurar que antes de realizar cualquier tipo de desarrollo, es necesario basarse en los estudios de suelo, los cuales incluyen información fundamental para el ordenamiento productivo y ambiental, como la vocación y capacidad de uso.

“Los cuatro departamentos ya cuentan con estudios generales de suelos elaborados por el IGAC. El llamado es para que las autoridades competentes consulten estos insumos, e incluyan los datos, resultados y cifras en la elaboración de los esquemas de ordenamiento territorial, productivo y ambiental. El suelo debe dejar de ser rezagado e ignorado en la toma de decisiones, ya que es el encargado de garantizar nuestra seguridad alimentaria”.

Ganadería, el común denominador en Casanare

El departamento de Casanare es el que se lleva la tajada más grande del “ponqué” ganadero en la Orinoquia.

De las 4,02 millones de hectáreas aptas para esta actividad en toda la región, 2,4 millones están en este departamento, lo que indica que el 59,4% de todos los suelos ganaderos llaneros son casanareños.

A nivel departamental, de las 4,4 millones de hectáreas que lo conforman, el 54,2% son terrenos para el ganado.

Según el estudio general de suelos y zonificación de tierras del Casanare, entregado recientemente por el IGAC a las autoridades municipales y departamentales, en la mayoría de estos terrenos se podrían establecer sistemas productivos pecuarios con pastoreo intensivo de clima cálido.

Por ser el líder absoluto para la actividad pecuaria, las otras actividades pasan un poco desapercibidas: el 8,7% cuenta con vocación agrícola (388 mil hectáreas), el 2,8% agroforestal (126 mil hectáreas) y el 1,9% forestal (83 mil hectáreas).

Los cultivos transitorios más adecuados son el arroz de secano, maíz, frijol, pimentón, tomate, melón, sandía, maracuyá, ahuyama, ají, cilantro y yuca; al igual que cultivos permanentes como naranja, limón, aguacate, plátano, mango, mamoncillo, papaya, palma africana y aceite, tabaco y piña.

Las zonas para la conservación y protección cubren el 28,4% del Casanare, con un total de 1,2 millones de hectáreas.

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