El área de distribución de los jaguares en Colombia se ha reducido en un 39% aproximadamente, respecto al área original. El hábitat del gran felino está cada vez más amenazado debido a la rápida transformación de los bosques en diferentes regiones del país: la selva se está convirtiendo en fincas y pastos. Esa selva ha sido el resguardo, la casa del jaguar y de toda la vida silvestre asociada él. En la medida en que aumenta la deforestación y se pierden los bosques sanos, este felino se ve obligado a buscar nuevos refugios y alimentación, lo que genera conflictos con humanos y, por ende, aumenta la muerte de jaguares en varias regiones del país.
En este sentido, el compromiso del Gobierno Nacional de reducir la deforestación para 2030 es fundamental para conservar al jaguar. El Gobierno contempla pasar a una tasa de 50.000 hectáreas deforestadas por año en 2030, mientras que, en 2019, la deforestación en el país sumó 158.894 hectáreas. Adicionalmente, entre 2000 y 2019, Colombia perdió bosque equivalente a 25 veces la superficie de Bogotá, pues hubo 4’459.977 hectáreas deforestadas en este período. En la medida en que el país cumpla con estos compromisos, podremos proteger la casa del jaguar.
Hoy el jaguar está principalmente en la Amazonia, Orinoquia y el Chocó biogeográfico. En la Serranía de San Lucas hay una población importante, que es punto de conexión de varias poblaciones en el país.
El Plan Jaguar 2030 incluye propuestas de protección que mitigan el conflicto entre el humano y la especie, conectan y protegen los hábitats del felino, estimulan oportunidades de desarrollo sustentable, y apoyan el bienestar de las comunidades y pueblos indígenas que coexisten con él. Se enfoca en fortalecer el Corredor Jaguar, asegurando la conectividad de 30 paisajes prioritarios, a fin de garantizar la movilidad de la especie y su sobrevivencia a largo plazo, pues ésta requiere de grandes extensiones de territorio para encontrar pareja y sobrevivir.
Esta iniciativa es promovida por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y las organizaciones de la sociedad civil Panthera, Wildlife Conservation Society (WCS) y WWF, con trabajo a escalas nacionales, transfronterizas y regionales.
“La pandemia de COVID-19 ha impactado a la población de América Latina al afectar negativamente el crecimiento económico, incrementando la pobreza y la desigualdad. Hoy más que nunca, necesitamos políticas públicas sostenibles. Los líderes de Latinoamérica tienen la oportunidad de vincular sus esfuerzos de recuperación verde, azul, limpia y resiliente con la protección del jaguar, no solo como un felino emblemático del continente, sino también como una especie paraguas, cuya conservación puede beneficiar a muchas otras, salvaguardar grandes extensiones del hábitat, contribuir a alcanzar los objetivos climáticos y promover el bienestar de las comunidades humanas, señaló Carlos Manuel Rodríguez, Presidente del Fondo Mundial para el Medio Ambiente.