El domingo 25 de octubre de 2015, los ciudadanos y ciudadanas de Colombia, con su decisión en las urnas, escriben una página trascendental para el futuro inmediato de su municipio, el departamento y el país.
Estamos ante hechos históricos de inmediato y mediano alcance, como el principio de gobiernos locales para el postconflicto, la crisis económica por la dependencia de la locomotora minero energética, la devaluación del peso, el impacto del calentamiento global y el fenómeno del niño, lo cual demanda talentos humanos en la administración pública con sensibilidad humana y profunda formación y capacitación para el servicio colectivo.
Tenemos una variada oferta de candidatos y candidatas para los diferentes cargos de elección popular, algunos lo ven como una alternativa de trabajo, una parte son por convicción y otros es un electorado tradicional, que decide por un interés particular, sin importarle las soluciones colectivas a las problemáticas de salud, educación, empleo, saneamiento básico, seguridad ciudadana, entre otras, es decir las básicas para garantizar vivir bien y con calidad en los municipios y departamentos de Colombia.
En estas circunstancias, son importantes todas las iniciativas que como el Voto RH, invitan a los electores a cambiar prácticas electorales irresponsables y deshonestas por conductas Responsables y Honestas que garanticen la elección de personas que administren correcta y no corruptamente los recursos económicos de todos y todas, enmarcados dentro de un desarrollo sostenible y la construcción de la paz territorial.
Aquí radica la esencia de la suscripción de los Pactos Éticos, realizada por los candidatos y candidatas a Alcaldías y Gobernación, los cuales serán reafirmados con los elegidos en los Planes de Desarrollo y en donde se condensan los 17 objetivos del desarrollo sostenible ODS, aprobados por el Pacto Global Mundial.