Recordamos que uno de los principales baremos para determinar los niveles de calidad de democrática de cualquier Estado precisamente su respeto a la libertad de expresión, información y prensa. En ninguna democracia son admisibles los ataques a los medios de comunicación actuando en contra de su independencia o cercenando su libertad informativa a través de la censura. Igualmente, recordamos a todos aquellos hombres y mujeres que han perdido la vida intentando llevar a verdad acerca de las violaciones de derechos humanos en cualquier lugar del mundo.
El derecho a la libertad de expresión siempre ha sido un caballo de batalla. Toda persona, incluso aquella que nos es contraria, tiene exactamente el mismo derecho a expresarse libremente sin que por ello pueda sufrir ninguna clase de perjuicio. Es más, el respeto al derecho a la libertad de expresión es un buen baremo para determinar los niveles de democracia y de respeto hacia los Derechos Humanos dentro de cualquier Estado y en cualquier sociedad.
La actual situación de la pandemia hace que hoy, DÍA MUNDIAL DE LA LIBERTAD DE PRENSA, tenga una mayor importancia el ejercicio del derecho a la libertad de expresión y de prensa. Sin embargo, de la misma manera en la que debemos seguir luchando contra la COVID-19, también debemos enfrentarse al peligroso fenómeno de la desinformación, de los falsos remedios de curación de la enfermedad e, incluso, de absurdas teorías conspirativas que nada tienen que ver con la realidad y que también ponen en riesgo a toda la población.
Hay que tener en cuenta una cosa muy clara: la libertad de expresión no es un derecho absoluto. ¿Y por qué? Porque el insulto, la amenaza, la coacción, la intromisión en la vida privada, la vulneración del derecho al honor, la incitación a la violencia y al odio hacia grupos por su origen nacional, étnico, religioso, social, sexo o por orientación e identidad sexual a través del discurso del odio, además de otras conductas como la pornografía infantil o las informaciones deliberadamente falsas con consecuencias dañinas para la seguridad de la población, no tienen amparo bajo el ejercicio del derecho a la libertad de expresión. Y tampoco podemos olvidar a todos aquellos hombres y mujeres, profesionales del periodismo, que han perdido la vida intentando llevar la verdad a todas partes no solo para sacudir nuestras consciencias sino también para denunciar toda violación de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo.
Sin duda, sobran las razones para exigir a todos los gobiernos que respeten el derecho a la libertad de expresión y de prensa. En ninguna democracia son admisibles los ataques a los medios de comunicación, actuar en contra de su independencia editorial o cercenar su libertad informativa a través de la censura. Y es que, todo ataque o amenaza en contra de la libertad de expresión y de prensa en toda su diversidad y pluralismo, así como en contra de la vida de quienes se dedican a la búsqueda de la verdad, es algo que como demócratas no podemos permitir bajo ningún concepto.
Porque el periodismo no solo sacude nuestras consciencias, también ayuda a proteger nuestra democracia y, en estos difíciles momentos, a salvar vidas.
Fuente: FDDHH