Las fiestas tradicionales de una ciudad, son la carta de presentación como destino turístico, casos como la feria de las flores en Medellín, carnaval de blancos y negros en Pasto; o el reinado nacional del arroz en Aguazul, son prueba de ello. Estas fiestas tienen historia y tradición, y son conocidas ampliamente en el país.
Pero en el caso de Yopal, lo que ha caracterizado las recientes fiestas no son los artistas invitados, ni de dónde salen los recursos para realizarlas, el común denominador desde el 2012, es que tanto la administración municipal como el concejo, aprovechan que el pueblo está en fiestas, para presentar y aprobar los acuerdos más leoninos para el municipio.
La maldición de las fiestas de Yopal iniciaron el en 2012, cuando todos estaban de rumba, el concejo municipal le aprobó al alcalde el código de rentas, que incrementó el porcentaje de recaudo a tal punto que Yopal pasó a ser este año categoría primera por recaudó de ingresos propios, en detrimento del bolsillo de los comerciantes locales, que son sobre los que recae gran parte de dicho código.
Para las fiestas del 2013, el concejo municipal le aprueba el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), el cual amplía el perímetro urbano, beneficiando presuntamente a varios concejales que se encontraban promoviendo urbanizaciones desde antes de las elecciones; otro problema de la aprobación del POT, es que no se estableció el cobro de plusvalía y valorización; no se identificaron los sitios para el relleno sanitario, terminal de transportes, planta de tratamiento de aguas residuales, entre otros.
Para el 2014, se vinieron por el resto del ponqué, se les aprobó dar en concesión los servicios de tránsito municipal por 20 años, en dónde de lo que recaude la concesión, al municipio le corresponde el 16%, irrisoria cifra que no se compadece de la situación de Yopal; de igual manera iban por la concesión del alumbrado público, pero la presión ciudadana y de los medios de comunicación, impidieron que se aprobara.
Pero las fiestas del 2015 si fueron la tapa, los concejales le aprobaron al alcalde, (que por cierto no fue el elegido por voto popular, sino, el designado por el gobernador para terminar periodo de gobierno, ya que el titular fue destituido del cargo por la Procuraduría General de la Nación, por supuestamente no haber hecho nada por solucionar la problemática de la falta de agua potable en la ciudad); la creación de la empresa comercial e industrial del Estado CEIBA, la cual bajo la modalidad de holding, manejara el parque cementerio, alumbrado público, parque de las aguas, terminal de transportes, acueductos rurales, y el frigorífico, con el agravante de que le dan facultades al alcalde para que cree el modelo de empresa y busque aliados privados para el cabal funcionamiento de la misma que redunde en un buen servicio para los habitantes de Yopal. Es decir, se abre el boquete para la privatización de gran parte de los servicios públicos de la ciudad, en momentos en que ya no dependemos de las regalías petroleras, y en donde se supone debemos buscar fuentes de financiación para las inversiones que necesita la ciudad.
Y como para no desentonar, el presidente del Honorable concejo municipal se gasta cien millones de pesos en un estudio para la reestructuración de la corporación, en dónde sólo hay tres funcionarios de planta y se pretende aumentarla en 12 más, pero lo que sorprende es que el estudio re realizó entre marzo y julio del presente año, pero solo lo vinieron a hacer público en plenas fiestas, incluyendo la presentación de un proyecto de acuerdo para crear la planta de personal de dicha corporación; es decir, en pleno guayabo de las fiestas y el inicio del torneo internacional de joropo “el cimarrón de oro”.
Como podemos apreciar, para Yopal las fiestas no son una ventana para promocionar y posicionar al municipio, sino por el contrario, la excusa perfecta para que los concejales acaben con la ciudad de una manera folclórica y descarada, ya que mientras los habitantes parrandean, los honorables concejales hacen de las suyas, es por eso que las fiestas son la maldición de Yopal, ya que saquean la ciudad, y al pueblo lo cogen borracho.
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