Este viernes 20 de noviembre, gobernador, alcaldes, concejales, diputados, ganaderos, arroceros, palmeros, caucheros y decanos del departamento del Casanare, conocerán una “carta de navegación” que les permitirá planear y ordenar productivamente su territorio.
Se trata del “Estudio general de suelos y zonificación de tierras del departamento del Casanare” elaborado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, un documento técnico a escala 1:100.000 que describe detalladamente las diferentes características, potencialidades y limitaciones de los suelos y tierras de esta región del país.
El lanzamiento oficial de este insumo clave para el ordenamiento territorial será en la Cooperativa Multiactiva de Educadores del Casanare (COOMEC – mejor conocido como la Casa del Educador), ubicada en la carrera 23 No. 11-36 de la ciudad de Yopal.
Desde las 8:30 de la mañana, Juan Antonio Nieto Escalante, Director General del IGAC, y Germán Darío Álvarez, Subdirector Nacional de Agrología del Instituto, presentarán los principales datos, estadísticas y resultados que se desprenden de este estudio.
“La Orinoquia está en la mira de los inversionistas nacionales y extranjeros para impulsar la producción de biocombustibles en grandes plantaciones de cultivos como palma de aceite y caña de azúcar. Estos proyectos agrícolas requieren identificar los impactos ambientales y conocer detalladamente el componente suelo y sus interacciones con el medio natural, factores que están contemplados en esta publicación. Este estudio de suelos ve la luz pública en una fase importante del desarrollo del departamento del Casanare, especialmente en el campo petrolero”, señaló Nieto Escalante.
Además, el Director del IGAC enfatizó que “conocer los suelos y sus interacciones con los ecosistemas es fundamental para definir la capacidad de uso de las tierras, evaluar la vulnerabilidad ante los fenómenos climáticos y la mano del hombre, y poder ordenar cualquier territorio. Los estudios de suelos del IGAC son un insumo básico para la actualización de los Planes de Ordenamiento Territorial, que deben estar acordes a la vocación de los suelos, y constituyen una herramienta para el desarrollo agropecuario, la planificación y el análisis ambiental, ya que permiten identificar los impactos de los proyectos de inversión y las prácticas necesarias para manejarlos adecuadamente sin afectar la sostenibilidad ambiental”.
Ganadería, el común denominador
La Orinoquia colombiana es ampliamente conocida por sus extensas llanuras, sus caudalosos ríos, los melodiosos cantos de sus aves y su tradicional y enseñadora música.
Sin embargo, el mayor atributo por el que es reconocida esta zona del país es el ganado bovino que decora sus fincas, el cual es criado para producir “la mamona”, el principal plato típico de la región, y también para realizar una actividad cultural única de la región: el coleo.
Casanare no es la excepción a este “panorama vacuno” de la Orinoquia colombiana. Es más, un poco más de la mitad de las 4,4 millones de hectáreas que conforman su toda su área de extensión cuenta con una vocación ganadera.
Según el “Estudio general de suelos y zonificación de tierras”, el 54,27 por ciento del departamento (2.401.901 hectáreas) corresponde a tierras con vocación ganadera; el 49,39 por ciento son terrenos aptos para establecer sistemas productivos pecuarios con pastoreo intensivo de clima cálido, mientras que en un poco más de 4 por ciento se permite el pastoreo semi intensivo.
Solo el 8 por ciento apto para cultivar
Entre tanto, tan solo el 8,79 por ciento del Casanare cuenta con terrenos aptos para el desarrollo agrícola, es decir que se puede cultivar en 388.945 hectáreas.
De este total, en el 5,53 por ciento (244.907 hectáreas) se pueden desarrollar cultivos transitorios semi intensivos como arroz de secano, maíz, frijol, pimentón, tomate, melón, sandía, maracuyá, ahuyama, ají, cilantro y yuca.
En el área restante tienen cabida cultivos permanentes intensivos como naranja, limón, aguacate, plátano, mango, mamoncillo, papaya, palma africana y aceite, tabaco y piña.
Los suelos más fértiles se localizan sobre los valles de los ríos Casanare, Ariporo, Pauto, Cravo Sur, Cusiana, Túa y Upía.
El estudio de suelos del IGAC indica que las actividades agrosilvopastoril y forestal también pueden estar presentes en los suelos del Casanare, ya que el 4,74 por ciento de sus suelos cuenta con vocación para tales fines.
“Por las características de sus suelos, Casanare tiene un potencial enorme para desarrollar áreas de producción ganadera, agrícola y forestal de una forma sostenible, ya que las hectáreas aptas para ganado, cultivos y desarrollos forestales abarcan el 67,8 por ciento de todo el departamento”, apuntó Nieto Escalante.
1,2 millones de hectáreas se deben proteger
Además de las zonas para la ganadería y agricultura, el estudio de suelos del IGAC identificó aquellas que son intocables por su importancia ecosistémica, que se denominan áreas para la conservación y protección ambiental.
En Casanare, estas áreas abarcan el 28,3 por ciento del departamento (1.276.510 hectáreas), conformadas por humedales, ciénagas, pantanos, lagunas, lagos, ríos, Parques Nacionales Naturales, Reservas Forestales Protectoras y territorios de conservación y recuperación de suelos.
Este departamento “llanero” alberga parte de dos Parques Nacionales: El Cocuy y Pisba, y la Reserva Forestal Protectora Quebrada La Tablona.
51.862 hectáreas están constituidas por humedales, ciénagas, pantanos, lagunas, lagos y ríos (1,17 por ciento), mientras que los bosques de galería o zonas con vegetación pantanosa albergan 850.321 hectáreas (19,21 por ciento).
“No todos los suelos del departamento son aptos para el ganado o los cultivos. También cuenta con más del 28 por ciento de suelos que deben ser protegidos y conservados, ya que son ecosistemas estratégicos que no pueden ser afectados por la mano del hombre, y que se encargan de mitigar los estragos de los fenómenos naturales como la sequía y la época de lluvias”, dijo el Director del IGAC.
El 3 por ciento de la superficie departamental (148.699 hectáreas) cuenta con 8 resguardos indígenas, distribuidos en los municipios de Hato Corozal, Paz de Ariporo, Sácama, Támara y Ocuré.
Prevalece el uso agropecuario
El estudio de suelos del IGAC en Casanare también incluye la clasificación de las tierras por su capacidad de uso, que establece las clases agrológicas presentes en algún territorio.
La clase 5, compuesta por tierras potencialmente agrícolas y pecuarias, es la que prevalece en el Casanare, con un total de 2,6 millones de hectáreas (60,7 por ciento del área total).
Le sigue la clase agrológica 8, con un 14,2 por ciento (625 mil hectáreas), que representa todas las tierras que por su vulnerabilidad extrema e importancia ambiental deben ser conservadas.
La clase 4 está presente en el 12,1 por ciento del departamento (535 mil hectáreas), en donde se puede adelantar una explotación agropecuaria pero semi intensiva.
“A diferencia de otros departamentos, que cuentan con serias limitantes en sus suelos para el desarrollo agropecuario como fuertes pendientes o zonas de interés ambiental, Casanare tiene un alto potencial para el desarrollo agropecuario. Sin embargo debe hacerse de manera sostenible para no afectar el recurso, y no aumentar la posibilidad de padecer de los efectos de los fenómenos climáticos como la sequía o las lluvias”, puntualizó Nieto Escalante.
Generalidades del departamento
Extensión: 4.416.439,3 hectáreas, que equivalen al 3,9 por ciento de todo el país.
División político administrativa: tiene 19 municipios (Aguazul, Chámeza, Hato Corozal, Maní, Monterrey, Nunchía, Orocué, Paz de Ariporo, Pore, Recetor. Sabanalarga, Sácama, La Salina, San Luis de Palenque, Támara, Tauramena, Trinidad, Villanueva y Yopal.
Ríos: el río Meta constituye el principal eje hidrográfico del Casanare. También alberga otros afluentes como los ríos Pauto, Casanare, Cusiana, Guachiría, Cravo Sur, Únete, Manacacias, Ariporo, Charte, Guanapalo, Upía y Túa.
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