Desde fronteras invisibles, tráfico y comercialización de estupefacientes, servicios sexuales, hurtos, riñas y otra serie de situaciones hacen que este espacio agonice día tras día y es que no se le puede poner otro calificativo más que agoniza; este espacio “público” diseñado para utilización de todos los Yopaleños, ahora es el ombligo de la ciudad, así lo han bautizado quienes lo habitan y viven de él.
En un trabajo exhaustivo y un poco pasado por el riesgo, algunos medios de comunicación quisimos conocer de primera mano lo que pasa allí, en esos 200 metros cuadrados aproximadamente, en pleno centro de la ciudad, es otro mundo que no es fácil percibir para quien desconoce del mundo delictivo y es que una vez se está ahí dentro, con cada paso que se da, también se siente como hay muchos ojos pendientes de cada movimiento que puede uno tener, de hecho uno está recorriendo inocentemente cada frontera sin percatarse lo que puede suceder; ellos y ellas solo esperan el momento adecuado para cometer el ilícito, depende de uno con quien se relaciona, a quien le habla, que dice y con qué fin ingresó; y al dialogar con algunos de ellos el ambiente torna a ponerse pesado como dirían muchos, pues con cada segundo que pasa uno adentro se convierte en un blanco más de hurto e inclusive de amenaza de muerte y es que para algunos sonará exagerado pero no lo es, eso pasa ahí en un parque donde existe un CAI de la Policía Nacional, el cual ha sido burlado, atacado y para muchos que habitan el sector, se han convertido en un cómplice más.
Dialogamos con un habitante de allí, lleva 15 años en este sector del parque, es expendedor, consumidor activo y sobreviviente de este mundo delictivo, estuvo en la cárcel durante diez años por cometer un homicidio en otro departamento y hoy en día trata de sobrevivir en ese mundo de “La Estancia” el que pocos conocen, en donde no están seguros ni ellos mismos.
¿Cómo funcionan los servicios sexuales?
El trabajo sexual en su mayoría es desempeñado por mujeres y hombres de procedencia venezolana, desde las seis de la mañana se encuentran “Las Venecas” como les dicen, ellas hacen sus ratos desde 15 a 20 mil pesos, incluso se han presentado inconvenientes entre ellas por los clientes que arriban al lugar, sus sitios de servicio son cerca al parque, todas las residencias del sector son las utilizadas por ellas para el trabajo sexual, incluso algunas tienen a sus hijos durante el día laboral, la falta de dinero no les permite tenerlas en un lugar seguro.
¿y el negocio de los estupefacientes?
En este aspecto indicó que al parque llegan Jibaros de cualquier lado como ellos los llaman, el estupefaciente también llega de todos lados, por seguridad cada uno busca sus clientes y el que vendió vendió, y el que se la fumó se la fumó, la mayoría de las papeletas de bazuco cuesta 4000 mil pesos y un bareto 3000 mil pesos, a cualquier hora el consumidor la puede encontrar. Los vendedores se pueden encontrar en varios roles, desde los que venden tintos hasta los comerciantes ambulantes.
Los estupefacientes los proveen directamente desde Villavicencio, cada semana llega a Casanare un nuevo cargamento y es que el transportarlos no es problema para ellos, tienen como hacerlo, una mujer fajada es lo más normal en cuanto estrategias de transporte.
De acuerdo con lo indagado, los últimos cargamentos que las autoridades han incautado han sido mínimos para lo que se comercializa en la ciudad y especialmente en este parque, para ellos básicamente es, cogen uno pasan tres más, agregado que para algunos estos resultados de las autoridades se dan por simple cumplimiento a los altos mandos y como forma de opacar las quejas de la ciudadanía.
Según nuestro entrevistado, al parque le llegan clientes de todo tipo, desde el consumidor activo de calle hasta personajes de muy buen estrato social, incluso uniformados de la Policía.
¿Qué pasa con el CAI?
Dijo que “la Policía es muy corrupta también, ellos se cuidan su “pellejo” y saben que la delincuencia mueve sus armas, ellos lo que hacen es para protegerse y solo actúan en el parque cuando están presenciando lo que ocurre, es decir cogen lo que denuncian y lo que no ven, así se queda; agregó que las autoridades no están cuidando a quienes llegan al sitio desconociendo lo que sucede allí, la autoridad es más corrupta que quienes habitan las calles y todo lo maneja la plata, el que la maneja mueve montañas”.
Los hurtos y peleas
Todos los días se presentan hurtos y riñas entre quienes habitan allí y no es para más todos están buscando la forma de sobrevivir y conseguir el dinero para su consumo, su comida y en el caso de algunos venezolanos, la comida para sus hijos.
La necesidad ha hecho que quienes habitan allí se dediquen a hurtar, es decir “el que da la pata sacando el celular lamentablemente se le acercan, la amenazan y perdió, la roban”.
Estas situaciones aumentaron con la permanencia de los venezolanos, ellos llegaron buscando un espacio en el parque donde ya algunos ya tienen su plaza de trabajo, es decir su punto de expendio de estupefacientes y lograr ocupar unos centímetros debe constar respeto y ese algunos lo han tenido que ganar peleando con armas blancas y este problema ha crecido, lo que indicaría que más personas están buscando punto de trabajo.
¿Y las soluciones?
Eso es lo que esperan cientos de comerciantes quienes han hecho varias reuniones con las autoridades y la administración municipal, sin que se tenga certeza de cuando se realizaran acciones contundentes que mitiguen esta problemática, que no solo los afecta a ellos, son miles de Yopaleños quienes le reclaman al alcalde por la recuperación de este lugar tan representativo para la ciudad y no es para menos, se acerca la época decembrina y Yopal no puede seguir con este ombligo en pleno centro de la ciudad.
Nuestro entrevistado, un consumidor y expendedor activo, dijo que este problema sí tiene solución, es un manejo del gobierno y de la Policía, quienes a través de un censo, puedan sacar a esas personas que no son de aquí, por eso se han incrementado los hurtos, la venta de estupefacientes y las peleas, les pide una finca modo granja, para producir los alimentos y empezar la rehabilitación, agregó que Julieta Vargas hace años les regaló una casa donde se rehabilitaron muchos, si él le dieran una finca donde trabajar, lo haría, dijo que el mundo en la calle es duro y sobreviven por suerte.
En cuanto a la implementación del Decreto de la incautación de la dosis mínima, le pide al Gobierno que ojalá hubiera un sitio donde ellos pudieran reubicarse y que como el Gobierno les aplica y los castiga, que también les ayude; agregó que esta medida tampoco es que les afecte, ya que ellos juegan al gato y al ratón con las autoridades, sino se dejó agarrar pues coronó, sino pues lleva.